En el camino de la vida hice un alto atraído por la luz de la luna,
Quizás sediento de tanto deambular con poca esperanza o ninguna,
Llevé a mis labios una hermosa vasija de barro con un sabor muy diferente,
Al tiempo la sentí tan pero tan mía que no salió de mi corazón y de mi mente,
Aferrado a ella la llené día tras día, de cada virtud que pude encontrar,
La envidia no tardó en venir a por ella, y su textura lacerar,
Sin rendirme recogí sus pedazos, y nuevamente la forjé con la mejor arcilla,
cual alfarero la rodee en mis brazos, y la esperanza renació en mi vida,
Al tiempo el brillo de su hermoso aspecto,
sin esperarlo se opacó en la noche,
la luna negra demandó su encuentro,
para sumirla en el más cruel derroche,
Yo la añoré en cada rincón existente,
donde dejó plasmado su recuerdo,
cuando por fin la encontré nuevamente,
de su interior solo brotó veneno,
En el camino de la vida hice un alto...
